No quiero jugar ya no quiero jugar más.
No entiendo las reglas del juego.
El tablero no parece un buen lugar para ser sincero.
No quieres jugar no pones un duro más, es muy alto el precio.
Es la duda que nos mueve a jugar, buscamos el premio.

Al final igual, siempre vamos a jugar si nos damos buenas cartas con las manos.
Pido, pides más, una y mil tiradas más.
A ver si nos cuadra lo que marquen los dados.

Eres incapaz de dejar de especular si corremos riesgos.
La partida es difícil de ganar jugando con miedo.
Una inercia imposible de parar no detengo el juego.
En la mesa han gritado “no va más” crucemos los dedos.

Somos dos cartas marcadas fuera de una jugada que perdimos ya tiempo atrás.
Buscando equivocadamente el descarte desechando, sin confiar en la suerte, la posibilidad.

Cielo con fundido en negro y el silencio, evocando monstruos que devoran sueños.
Un olor impregna el aire con recuerdos de tierra empapada en frío y mil inviernos.

Vienen tiempos de meteoritos en el cielo y un te quiero no es paraguas para la que está
cayendo.

Nubes de tormenta y aparato eléctrico como luces de neón que escupen fuego...

Vienen tiempos de meteoritos en el cielo y un te quiero no es paraguas para la que está
cayendo.
Y en el suelo ya se han formado tantos agujeros que caemos, no sirve de nada que
nos aferremos.

Lo que yo sumo a una mitad tu se lo restas a la otra mitad.
No salen las cuentas, no sale a cuenta...
No hay nada que sumar.
La suma de las partes da el total.
Mucho mejor será multiplicar.
Si dividimos seremos menos... a cero quedará.

Es fácil explicar lo que nos pasa matemáticamente.
Los números no mienten...
Los números no mienten...
Matemáticamente.

Fin de semana terminal, desenchufemos las máquinas.
Acabemos rápidamente con cualquier posibilidad.
Terminemos esto, con dignidad.

Una vez que la corriente no llegue a la máquina de amar.
Y cuando el lunes impune apuñale,
¿de qué nos vamos a acordar?

Tal vez sea suficiente para encajar lo que pudo ser y no será.
Será algo muy sencillo.
Saltemos juntos, si tienes la amabilidad.
Fin de semana terminal.

Hoy es el día en que algo va a pasar.
Un aliento que no calienta pero es familiar.
Como un sol de invierno infinito que no se apaga.
Como para cualquiera al que algo no le cuadra.

Una pesadilla en lunes que nunca acaba.
Sombra aletargada que me persigue.
Si tengo que gritar el cielo es el mismo para mi como para el que busca enterrado entre tanta gente.

Y al final fijo la mirada en nada.
Destrozar con una caricia el roce.
Y es buscar... es la espera
que se alarga... ¡y es tan brillante!

Mientras oigo de lejos todas las miradas juego a ser viento que nunca viaja.
Un aire confuso envuelve el instante en que el acto es revelador, en el momento crítico de un mundo que se detiene

Es difícil decidir si algo tiene solución o es mejor dejarlo pasar.
Soy dos veces yo, un par de inercias que se contradicen es difícil equilibrar.

Y al final y por primera vez decido que es mejor para no olvidarme de mi... olvidarme.

No sé si lo debo forzar o mejor lo dejo pasar...
Es el arte de saber cuando retirarse y mejor olvidarme.
Es imposible saber cuando retirarse.
No sé si he elegido bien tendré que olvidarme.